La APDH repudia la ponencia del Juez de la Corte Suprema Carlos Rosenkrantz
La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), a través de su Comisión de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, deplora y repudia la ponencia efectuada por el Juez de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, en el foro internacional “Justicia, Derecho y Populismo en Latinoamérica”, que tuvo lugar recientemente.
En el contexto actual de alza de ciertas voces que preconizan un mundo regido por las salvajes leyes del mercado, en lugar de las garantías y las regulaciones que los Estados deben implementar para proteger a todxs sus ciudadanxs, suena con particular gravedad la voz del vicepresidente de la Corte Suprema.
El nombre del foro, en particular, con la mención …”Populismo en Latinoamérica”, lo dice todo.
El Dr. Rosenkrantz se basó en un pensamiento de Eva Duarte de Perón que se volvió universal, y que decía concretamente que “donde hay una necesidad nace un derecho”.
La frase de Evita sintetiza lo que comenzaba a plasmarse en el mundo con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, luego con el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y otros tratados internacionales que se fueron incorporando a las constituciones nacionales, entre ellas la nuestra.
Las necesidades y los derechos no son privativos de un sector político al que el juez cuestiona, sino que tienen dimensión universal y remiten a la idea de un mundo solidario, sororo y fraterno, que se hace cargo de la injusta distribución de la riqueza y que lucha por garantizar los derechos humanos básicos a todas y todos les habitantes.
En las antípodas se ubica el Sr. Rosenkrantz, quien alega que el problema es “la escasez de recursos” y que las necesidades son “costos” con los que evidentemente un sector privilegiado se niega a contribuir. Son quienes se amparan en un bizarro y arcaico concepto de libertad absoluta que esconde una pretensión de supremacía.
El cuestionamiento del ministro Rosenkrantz omite el aspecto jurídico, que no puede desconocer por su amplia versación en Derecho, para salir en defensa de un economicismo brutal (y además falso) que plantea crudamente, como si fuera un sentido común.
No hay escasez de recursos sino una monstruosa concentración en poquísimas manos, que se perpetúa y aumenta, dejando a cada vez mayores porciones de la humanidad en una miseria injusta e injustificable.
La gravedad del pensamiento expuesto en un foro tan amigable con los paradigmas del neoliberalismo, radica en la negación de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, los cuales serían –para el Dr. Rosenkrantz- “un síntoma de fe populista”, que en consecuencia involucra a las Naciones Unidas y a todo organismo supranacional que tiene esos derechos como sus principios fundamentales.
Por si no fuera esto suficiente, también hay en ese pensamiento retrógrado, un adelantamiento de opinión de un juez supremo en futuras sentencias que involucren el acceso a necesidades básicas insatisfechas, que, según lo expresado por el Sr. Juez, no necesariamente se plasman en derechos, lo que pone en tela de juicio la ecuanimidad, la perspectiva de derechos humanos y la imparcialidad que se le exige a un magistrado.
Toda una definición que nuestra sociedad no puede convalidar y que se acumula a otros cuestionamientos graves, para plantear que el Dr. Rosenkrantz no debería seguir siendo Ministro del Tribunal Supremo de la Nación.