Historia y áreas de trabajo
La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) nació en diciembre de 1975 en Buenos Aires cuando la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), salió a la caza de militantes populares de todas las ideologías y partidos. Fue formada por importantes personalidades que intentaron detener esos crímenes.
Desde su inicio, mantiene una composición pluralista en los órdenes político, social, religioso y filosófico. En su relación con los gobiernos elegidos por el pueblo adoptó siempre una posición de autonomía política y en cuanto a la dictadura de 1976, una clara posición de denuncia y demanda contra la imposición del Terrorismo de Estado.
Sus fines y objetivos son promover la vigencia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas y de la Constitución Nacional. Su tarea fundamental es defender a las personas frente a los ataques que sufren de parte del Estado.
La APDH Regional Rosario comienza a funcionar a partir noviembre de 1977. Desde esta regional se enfrentó la dictadura militar a través de sucesivas presentaciones de habeas corpus y llevando adelante, junto a otras organizaciones, todo tipo de actividad solidaria. Trabajó desde el principio dando asesoría jurídica a familiares de desaparecidos, víctimas, madres y abuelas. La APDH Rosario transitó las calles, las plazas, los pueblos y ciudades, denunció la brutal represión ante foros nacionales e internacionales.
Allá por el año 1984, fue parte de la CONADEP, tomando las declaraciones que abrirían en Rosario la hoy famosa Causa Feced que luego se cerró y se reabrió como Díaz Bessone y Anexos.
Y remarcamos que han sido la firmeza y coherencia de las Organizaciones de Derechos Humanos, las que han permitido que hoy los genocidas estén sentados en el banquillo de los acusados, en juicios por crímenes de lesa humanidad, pese a todas las trabas puestas por el poder judicial que nunca fue depurado y el poder político al que nunca le interesó demasiado la Verdad, la Memoria y la Justicia.
La APDH Regional Rosario comprendió, junto a las antiguas y nuevas organizaciones conformadas en los siguientes años, que con la impunidad legalizada avanzaba un nuevo genocidio: el genocidio económico. Ni un sólo día se dejó de bregar por juicio y castigo a los criminales del terrorismo de Estado. Pero también se comenzaron a apoyar las nuevas luchas y organizaciones de derechos humanos contra el gatillo fácil, en defensa de las tierras, del agua, en defensa de los presos políticos, contra el hambre de miles, la trata de personas, la desocupación, la flexibilización laboral, la falta de salud y vivienda, contra el flagelo de la droga y fundamentalmente contra la injusta distribución de la riqueza.
Estamos convencidos que nuestro trabajo siempre genera una diferencia a favor de aquellos que recurren a nosotros en el campo popular, porque también educamos en la defensa de todos los derechos.
Porque sin Justicia, Verdad y Memoria sobre el pasado reciente, no habrá futuro para nosotros ni para las generaciones venideras. Nunca abandonamos nuestra consigna que es una reafirmación de la voluntad de continuar la lucha: no olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos.